El primer paso para frenar el fraude en los clics es reconocer y rastrear los casos de fraude en los clics. El fraude en los clics es una enorme sangría para los recursos de los anunciantes a nivel nacional e internacional y representa alrededor del 30 % de todo el gasto en publicidad de pago por clic. No es de extrañar que los motores de búsqueda inviertan tanto tiempo y esfuerzo en desarrollar soluciones.
Los algoritmos de repetición de direcciones IP son una de las formas en que los motores de búsqueda y otros proveedores de programas de pago por clic han intentado combatir el creciente problema del fraude en los clics. Estas ecuaciones se han desarrollado para reconocer patrones de clics anormales procedentes de una única dirección IP. Esto puede ayudar a detectar granjas de clics y sabotajes de la competencia, así como a identificar a posibles defraudadores en su origen.
Sin embargo, este método para intentar identificar a los defraudadores presenta una serie de deficiencias. En primer lugar, los defraudadores que utilizan un módem dial-up, una conexión DSL o un módem por cable pueden eludir casi por completo esta comprobación, ya que cada nueva sesión en línea genera una nueva dirección IP. También existe una amplia gama de programas informáticos para cambiar las direcciones IP, que pueden utilizarse para "engañar" de nuevo al algoritmo.
Otros medios por los que los motores de búsqueda pueden intentar detectar presuntas actividades fraudulentas son el rastreo de cookies y de sesiones, pero también pueden ser eludidos por los defraudadores. Se está desarrollando un software cada vez más exhaustivo que perfila e informa sobre los hábitos de cada usuario que navega, permitiendo a las empresas rastrear y vigilar comportamientos sospechosos. Muchas personas lo consideran intrusivo e ineficaz, ya que cualquier cosa a pequeña escala puede pasar desapercibida dado el amplio alcance de la publicidad en línea.
La cuestión del fraude en los clics saltó recientemente a los titulares cuando se presentó una demanda colectiva contra Google, a raíz de la cual la empresa propuso un acuerdo de 90 millones de dólares. La oferta de Google, que puede interpretarse como un reconocimiento de sus obligaciones, apunta a la magnitud del fraude en los clics y sus enormes consecuencias para la economía de Internet.
Para que una empresa no tenga problemas, hay una serie de medidas de autoayuda que se pueden emplear. Confiar en la optimización de los motores de búsqueda y los listados orgánicos es la primera de estas soluciones. Si un sitio web está bien optimizado, puede llegar a obtener una clasificación por la que otro sitio web esté dispuesto a pagar 2,50 dólares por clic. Al no haber porcentajes de clics asociados a las clasificaciones orgánicas altas, también se eliminan los costes asociados al PPC.
Aunque el proceso de SEO lleva más tiempo y se tarda más en ver los resultados, es mucho más rentable a largo plazo. Y dado que se calcula que entre el 25 y el 30% de todos los clics son fraudulentos, posicionarse en los primeros puestos de forma orgánica puede ahorrar dinero que, de otro modo, se malgastaría en clics fraudulentos, lo que permite una reinversión más beneficiosa.
A medida que el mercado de la publicidad de pago por clic crece y se expande año tras año, el fraude por clic seguirá sin duda su estela. Mientras no se desarrolle y aplique con éxito un método eficaz para evitar el fraude por clic, los compradores perderán gradualmente la fe en este medio publicitario y recurrirán a métodos de marketing más eficaces y menos derrochadores, lo que perjudicará a los motores de búsqueda y podría poner en peligro toda la economía en línea.